¿Cómo debe ser el trasportín ideal? Lo primero, lo suficientemente grande como para que el gato se pueda dar la vuelta dentro, y más grande aún si tenemos pensado llevar 2 gatos dentro (que a veces se da el caso y viene como sardinas en lata).
Existen en el mercado multitud de estilos: los típicos de plástico con puerta de metal, los más clásicos de mimbre, las bolsas de lona, unas mochilas que tiene un ojo de buey y que parece que el gato esta en una cápsula espacial o en un submarino, etc, etc, etc.
Vamos a ir por partes, mencionando pros y contras de cada uno. Pero antes de nada, deciros, que desde un punto de vista veterinario, el trasportín ideal es el primero, el de plástico con puerta de metal. Y ¿por qué? Pues porque nos permite ver al gato sin tener que abrirlo o sacarlo, nos permite quitar solamente la parte superior sin necesidad de sacar al gato, y nos permite a veces, poder pinchar al minino sin tener que tocarlo (en el caso de que no venga contento). Además, desde el punto de vista de la comodidad del gato, al ser rígidos, pueden ponerse de pie o ir tumbados sin que las paredes lo engullan, y al ser medio cerrados-medio abiertos, pueden observar sin ser vistos. Permiten además cubrirlos con mantas, y son fáciles de limpiar. Como contra, que son más voluminosos, pero no necesariamente más pesados. Si lo llevas por el asa, añadido el peso del gato, son muy incómodos (es más fácil y más recomendables llevarlos en brazos a la altura del pecho).
Los de mimbre, son muy similares a los anteriores, con la diferencia de que los veterinarios no podemos ver al gato sin abrirlo, y son difíciles de lavar. Y no solo eso, sino que los olores “malos” no se van. Con olores malos me refiero a feromonas de miedo, pis, vómitos, caca…
Los de lona, no son nada cómodos para el gato, ya que al levantarlos, las paredes espachurran al gato, los olores no se van y los veterinarios no podemos hacer nada sin sacar al gato.
Y por último, los chics “espaciales”, similares a los de lona. Lo único que se llevan colgados a la espalda y que el gato puede ver la calle, lo cual a veces es contraproducente.
Como apunte especial, a la hora de viajar en coche, el trasportín debe ir colocado en el suelo, en la parte de atrás, detrás de asiento del piloto o copiloto. Es donde menos se mueve, y al ir perpendicular a la dirección de la marcha, el gato siente menos el movimiento y la cinetosis. Si se lleva en brazos, lo que mencioné unas líneas más arriba, en brazos y a la altura del pecho. Se balancea menos y evitamos chocar contra marcos de puertas y otras estructuras que se crucen en nuestro camino. Y siempre siempre, tapados con manta o toalla. El gato se estresa menos al no ver todo el movimiento de la urbe, perros, otras personas, etc. También vienen bien as feromonas.
Y para terminar, es habitual que el trasportín esté guardado en el trastero hasta la hora de usarlo. Error! Porque de ese modo, es una caja extraña que huele distinto al resto de la casa, en la cual se mete al gato de forma brusca y a veces violenta. En cambio, se lo tenemos en casa, como una zona de descanso más para el gato, e incluso si le ponemos comida dentro o juguetes, el gato no lo extrañará tanto aunque la técnica de introducción del michi sea igual de brusca.
Podéis ver vídeos tutoriales de cómo meter al gato en el trasportín en Gattos. Hay varias técnicas posibles, cada una al gusto del consumidor y del gato claro!
Hasta la próxima!