El protocolo diagnóstico

¿Quién no ha visto alguna vez la serie de House? Ese médico borde que escribía en una pizarra blanca una lista interminable de enfermedades.

Pues lo que hacía el Dr. House no era ni más ni menos que una lista de posibles diagnósticos o diagnósticos diferenciales, y discutía con sus compañeros las pruebas necesarias para confirmas o descartar los más probables.

En veterinaria pasa exactamente lo mismo. Muchos síntomas son compatibles con varias patologías. Por poner un ejemplo: la tos es un síntoma, no es una enfermedad como tal. La tos aparece en refriados y gripes, en neumonías y afecciones bronquiales como asma, en irritaciones de garganta; por mencionar algunos. Esta lista que acabo de hacer, son los posibles diagnósticos. Con estos datos se decide qué pruebas hacer para llegar al diagnóstico definitivo.

Existen síntomas tan inespecíficos como la fiebre, la anorexia o la apatía, que llegar a un diagnóstico es un verdadero quebradero de cabeza, y más cuando los recursos son limitados y no puedes hacer todas las pruebas que te gustaría o necesitarías.

Me ha pasado varias veces, que el cuidador pretende que con los síntomas del animal (a veces presente y a veces no), le diga lo que tiene y le ponga un tratamiento que lo cure, y a poder ser rápido y barato. Pero lo siento, esto no funciona así! Y me ha pasado también, de explicar todo lo que podría ser, proponer pruebas, y el cuidador dudar de mí porque no le digo justo lo que tiene. También de acusarme de sacacuartos por querer hacer varias pruebas, etc.

Resumiendo, llega el animalito malo. El cuidador nos cuenta lo que le nota. En la consulta exploramos y obtenemos más datos. De ahí salen los síntomas y luego los diagnóstico más probables, y finalmente con las pruebas (radiografías, ecografías, analíticas…), llegamos a un diagnóstico definitivo en el mejor de los casos.

Uno de los campos más difíciles, es la dermatología, porque la piel siempre responde igual: con enrojecimiento, granitos, picor y alopecia. Desde una picadura de pulga, hasta un lupus (en honor al dr. House), pasando por un sobrecrecimiento bacteriano, una intolerancia alimentaria, una sarna o una tiña… Siempre los mismos síntomas. Además, la respuesta al tratamiento de los procesos cutáneos, es lenta.

Espero que a partir de ahora, cuando acudáis al veterinario con vuestra mascota, comprendáis el arduo trabajo que supone llegar a un diagnóstico, y más cuando no es el propio paciente quien nos dice lo que padece.

Hasta la próxima!

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