El ojo del gato, a parte de extrema belleza, está repleto de particularidades, por lo que entendí oportuno escribir este post. ¿Quién no se ha quedado alguna vez ensimismado observando el ojo de su gato? Ahora la pupila se dilata, ahora se alarga… pestañea!
El ojo del gato ocupa un gran porcentaje de la cabeza del minino. Mide unos 21 mm (4 mm arriba o abajo), lo que supone un 50%. El ojo humano está rodeado por estructura osea en su totalidad, el del gato no, carece de hueso por la parte de bajo y al lado. El gato hace un parpadeo completo entre 1-5 veces cada 5 minutos. No tiene pestañas como tal, aunque tiene unos pelitos en el párpado superior que hacen la misma función. La pupila es alargada y vertical, ya que las fibras musculares están entrelazadas dorsal y ventralmente, lo que permite que en estado de máxima iluminación prácticamente se cierre, y en casos de poca luz, se abra al máximo desapareciendo casi el iris. En la oscuridad reflejan la luz gracias al tapetum lucidum (también lo tienen los perros), que hace la función de estimular los fotorreceptores, aumentando a capacidad visual nocturna del minino; aunque los gatos de ojos azules pueden carecer de ella. La agudeza visual en color/luz del gato es 5-9 veces inferior al del hombre, sacrificaron conos (células que permiten ver en color), para ganar en bastones (visión nocturna).
En cuanto a patologías, también tienen procesos particulares y exclusivos.
Hay gatitos que pueden nacer sin párpado/s o que estos no terminen de despegarse del todo, siendo agenesia lo primero y simbléfaron lo segundo. En el simbléfaron, el ojo puede ser perfectamente visual, lo único que la apertura del párpado es inferior. En ocasiones se puede operar para aumentar el grado de apertura del ojo.
Pueden presentar una conjuntivitis muy característica en la cual, las conjuntivas se presentan extremadamente rojas e inflamadas, sobresaliendo de los párpados, que suelen estar cerrados. Esta causada por una bacteria llamada Clamidia. Existe tratamiento y vacuna.
En cuanto a la córnea, pueden tener secuestros corneales que son manchas negras de diversa dimensión, causados por cualquier daño en la cornea (traumatismos por arañazos, cuerpos extraños…). En ocasiones se intervienen ya que esa mancha negra tapa la visión. También pueden tener úlceras dendríticas, que son lesiones en la cornea que tiene “brazos”, y que está causado por nuestro amigo el virus de la leucemia. Por suerte no se ve mucho (o al menos yo que no solo me dedico a la oftalmología, no lo veo mucho), pero es patognomónica (característica) de este virus.
La uveítis (la úvea es una zona del ojos donde se juntan iris, cuerpo ciliar y coroides), es una inflamación interna del ojo, que tiene varias manifestaciones (turbidez de la cornea, pus en la cámara anterior, enrojecimiento…), y que puede estar causada por Toxoplasma o por Herpesvirus. El primero es un parásito coccidio del que ya he hablado en un post anterior (lo recordáis, el de las embarazadas), y una de sus manifestaciones en gatos es la uveítis. Tiene tratamiento pero recordad que el gato es el huésped definitivo del parásito y puede repetirse la manifestación más adelante. El Herpesvirus, es un virus y tiene alta afinidad por los ojos. Tiene tratamiento y vacuna, y al igual que el coccidio, puede recidivar más adelante.
El virus de la Peritonitis Infecciosa Felina (PIF) puede provocar a nivel ocular una coriorretinitis. La coroides y la retina son dos capas del fondo del ojo. Su inflamación provoca alteraciones en la visión. Aunque la coriorretinitis tiene tratamiento como tal, la infección por el virus suele ser letal en un alto porcentaje de los gatos.
El déficit en Taurina, que es una aminoácido esencial de la dieta de los gatos (esencial significa que no lo puede sintetizar el organismo y que debe ser ingerido con la comida), provoca ceguera en los gatos que no comen carne o dietas comerciales mal elaboradas. Si no se detecta a tiempo, puede ser irreversible.
Hasta aquí las particularidades del ojo felino. Hasta la próxima!